Monday, March 28, 2005

‘DE LAS CUEVAS AL SOLÍS’, DE PELÁEZ
Biblia montevideana

El segundo tomo del ensayo De las cuevas al Solís, del especialista Fernando Peláez, culmina un trabajo de investigación de siete años sobre los orígenes y desarrollo del primer rock uruguayo: desde 1960 a 1975. Mateo, Rada, El Kinto, Dino, Psiglo y otras figuras consulares de la música rioplatenses desfilan por sus páginas.

Un fan rockero llamado Fernando Peláez, hoy economista, que cuando tenía 14 años se colaba en recitales de Totem y Psiglo, es el autor de una de las obras sobre música uruguaya más importantes que se hayan escrito. Treinta años después de aquella movida que terminara abruptamente con las botas militares, culpables del oscurantismo cultural, censuras y exilios, Peláez comenzaba una extensa investigación que culmina en estos dos tomos que suman casi mil páginas titulados De las cuevas al Solís, donde se reúnen centenares de fotografías de la época, en tres kilos de papel en los que está impreso el relato de una época mágica y fermental.
El rock uruguayo tiene por fin quien le escriba. Y es verdad. Tiene en Peláez quien estampe las historias urbanas de decenas de grupos que encendieron entonces el fuego rockero del Plata, incluso antes que en Buenos Aires. Es que faltaba en la historiografía musical la versión oriental, la de Shakers y Mockers, la de El Kinto y Totem, que completara la rica historia y tradición que el Plata ostenta con merecido orgullo y que tantas veces tiene un equivocado y unilateral sello porteño. Y allí reside parte de su mayor importancia histórica: el reconocimiento de una movida cultural –exclusivamente montevideana- que debe ser analizada en su justo término y en su importancia como provocadora de múltiples artistas y obras regionales. No en vano grandes como Charly García reconocen en los Fattoruso a sus maestros, y no pocas bandas argentinas y hasta españoles saben la importancia que tuvieron Los Mockers. Y sin ir más lejos el legendario Mateo, de quien ya se había explayado el musicólogo Guilherme de Alencar Pinto en su importante obra Razones locas, una suerte de biografía que también recorría los fermentales años sesenta montevideanos.
La segunda parte de la investigación realizada por Fernando Peláez, y editada por Perro Andaluz en este 2004, concluye por lo tanto una obra mayor, digna de ser celebrada como una enciclopedia de la cultura joven de la segunda mitad del siglo XX en Montevideo. A lo que ya se ha dicho y escrito sobre el primer tomo –en ocasión incluso de reconocimientos varios entre los que no faltaron un Bartolomé Hidalgo y un Graffiti- queda muy poco por agregar, más de que esta segunda parte trata más sobre el apogeo y la edad de oro de un rock local que en los primeros ’70 consolidaba fórmulas musicales híbridas (en especial Totem y los trabajos de Dino), al tiempo que coexistía con una realidad social que prefiguró su futura crisis y posterior resurrección en la posdictadura, asunto más cercano en el tiempo que merecerá una continuación que esté a lo altura del trabajo de Peláez.

* reseña de Gabriel Peveroni publicada en la revista CarasyCaretas

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