Saturday, March 19, 2005

Después de la resaca
La última novela de Gabriel Peveroni (1969) invita al lector a ubicarse en una perspectiva interesante: no a vivir la realidad concreta del exilio económico o político, sino a desplazarse para percibir el exilio como una manera de ser construida por una sociedad que expulsa a una parte de sus integrantes y, al hacerlo, contamina a todos.
La vivencia del destierro forzado cruzada con la presencia dominante de la realidad virtual en una franja de individuos de esa sociedad, genera una forma –intermitente, volátil, desapegada- de ir por la vida.
Nicolás, el protagonista de la novela, en lugar de irse del país, se encierra en su casa. No es un perseguido por la dictadura ni un desesperado muerto de hambre. Al comienzo de la narración deja su trabajo porque le da la gana. En el mismo impulso decide no salir más, meter el celular en la heladera, decir a todos que se fue a Miami con su familia y crear y dirigir un juego virtual. En forma paralela a este autoencarcelamiento, Montevideo se vacía asolada por una peste.
Nicolás y otros personajes (Eva, María, Rodi), de El exilio según Nicolás "nacieron" en la primera novela de Peveroni: La cura (1997). Las dos narraciones pueden leerse como dos momentos de un proceso de "educación sentimental". En la primera el narrador tiene 27 años y rememora sucesos de cinco años atrás. En la última, los mismos personajes tienen treinta y pico.
En La cura Peveroni contó su presente con un estilo realista, inmediato, de ritmo entrecortado. Nada de narrativa histórica ni literatura fantástica: creó un mundo circunscrito a los hábitos de un grupo de jóvenes de clase media zambullidos en la movida de "sexo, droga y rock and roll" de los noventa. En un estado de resaca permanente, en una Montevideo nominada como "Ciudad Detenida", el narrador organizó un melodrama aderezado con algún motivo de delirio criminal. En un reportaje que en ese momento le realizaron en Brecha, Peveroni dijo que a los 27 años del protagonista, los suyos en 1996, eran una pequeña broma personal. Recordó que Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Kurt Cobain se mataron a los 27 años. Ese era el corte, después la vejez.
El exilio según Nicolás puede leerse como ese después. La realidad concreta y obsesiva del gueto de La cura dio paso, en la última, al vacío. Más anestesiado que deprimido se autopercibe Nicolás en un momento del relato. Y uno entiende que la precisión es justa. En esta novela intimista, más que demonios, delirio o un mundo interior desbordante hay distancia, nerviosismo, aburrimiento, ansiedad, parálisis. Todo está dicho una y otra vez, no transmitido como una experiencia surgida de la escritura. Por eso esta es una novela aburrida. También porque la ironía faltó a la cita. En El exilio según Nicolás hay chateo, hackers, cacería a lo "Gran Hermano" y fundamentalmente un sinsentido retórico.
Tal vez esta novela sea un cierre de los caminos posibles que había abierto La cura, una obra que prometía más que lo que logró Peveroni en El exilio... Tal vez puedan abrirse otros que hagan olvidar este tropiezo.

* Carina Blixen
publicado en El País Cultural, edición del viernes 18 de febrero de 2005

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