Monday, March 28, 2005

ENTREVISTA CON FERNANDO PELÁEZ, AUTOR DEL LIBRO “DE LAS CUEVAS AL SOLÍS”
El rock uruguayo tiene quien le escriba

Por primera vez se publica en nuestro país una verdadera enciclopedia sobre las resonancias locales del rock & roll. De las cuevas al Solís, primera parte de una exhaustiva investigación del especialista Fernando Peláez, fue editada por Perro Andaluz y recorre un primer periodo que llega hasta finales de los años ’60.

Hace un par de años, me encontré con los originales del ensayo de Fernando Peláez, una investigación sobre los orígenes y desarrollo del rock uruguayo predictadura que buscaba editorial. Lo devoré en pocos días. La historia de Peláez sobrepasaba el recuento de anécdotas relativas al género musical, incluso a la incipiente cultura beat (y rock), para encajar a la manera de un certero análisis de la vida privada juvenil de un Montevideo que ya no existe. Un gran libro que hoy está en las librerías, en su primer tomo, y que ha sido reconocido en los Premios Graffiti, ocasión en la que el autor recibió un Premio Especial por el valor documental e histórico de su trabajo.
Más de seis años de investigación, setenta entrevistas, recopilación y procesamiento de centenares de fotos y afiches de espectáculos, recuperación y análisis de toda la discografía de la época, constituyen las fuentes de este trabajo, en donde se relatan los acontecimientos vinculados con la “música moderna” de nuestro país desde 1960 hasta 1975. La crónica, repleta de sabrosas anécdotas, se enmarca dentro de la realidad política, social y cultural del Uruguay del momento, rescatando, de ese modo, la historia de una generación que sentó las bases de una nueva Música Popular uruguaya.
¿Qué importancia tienen Mockers y Shakers en la prehistoria del rock uruguayo? ¿Cómo fueron los inicios de Mateo y El Kinto? ¿Quiénes fueron los primeros en subirse a la nueva ola pos Elvis y luego pos Beatles? Todas estas preguntas tienen sus respuestas en De las cuevas al Solís; por ello, al entrevistar a Peláez, la elección fue hacia otros abordajes.

***

¿Cuándo te decidiste a investigar y trabajar en torno a la cultura rock de los ‘60 en Uruguay?
Hacía algún tiempo que venía manejando la idea, pero fue en 1996 que tomé la “gran decisión” de meterme con todo en el proyecto. La primera entrevista la hice en octubre de ese año y desde ese momento comencé a pasarme varias horas por semana en la Biblioteca Nacional.
¿Sentías que hacía falta un trabajo de esa magnitud?
Bueno, el libro que añoraba “devorar” no se escribía, y entonces tuve que ponerme a diseñarlo, inventarlo, escribirlo como a mí me hubiese gustado que lo hicieran. Incluso cuando ya estaba metido en el proyecto se editó un librito sobre este tema -no voy a nombrar título ni autores- que fue una total falta de respeto.
¿De qué manera te influyó el libro Razones Locas de Guilherme Alencar Pinto en y otros libros que te hayan servido de referencia?
La edición de Razones Locas fue importantísima. Puso en orden la caótica trayectoria de Mateo y rescató un pedazo de la música popular uruguaya de los últimos 50 años. Guilherme me contagió su concepto de investigación histórica y hasta su “obsesión” por hacer las cosas de determinada manera. También me sirvió para darme cuenta de que me tenía que apurar: el paso de los años seguía destruyendo materiales y memorias.
Tu libro sorprende por su carácter exhaustivo y riguroso, al igual que el de Alencar Pinto. ¿En algo influyó tu impronta como académico?
Yo soy matemático y tengo una vasta experiencia docente. Pero jamás tuve formación como “investigador en Historia”. Creo que puede haber influido el rigor de la matemática, que te impregna de lógica, aunque no haya estudiado lógica pura. La permanente pregunta: “¿por qué?” que nos hacemos en Matemática. Es probable que inconscientemente haya tenido una influencia de mi formación en intentar demostrar las afirmaciones que se hacían. Y esa obsesión que ya mencioné.

ENCUENTRO CON LOS HÉROES
¿Qué método utilizaste para las entrevistas?
Se trataba de largas conversaciones, casi de boliche, entre dos personas que recién se conocían personalmente. La cosa era del estilo “empezá a contarme desde que naciste hasta el día de hoy”. Pero, al mismo tiempo, no se trataba de algo azaroso o sin rumbo. A medida que iba profundizando mis conocimientos pude corregir los obvios desvíos de la memoria de los entrevistados y lograr concentrarlos en los puntos esenciales. Yo tenía un montón de cuestiones diseñadas de antemano y estaba preparado para evitar el divague total.
¿Qué sorpresas te llevaste, grandes, con algunos de los entrevistados?
Empecé este trabajo siendo un outsider del ambiente artístico, periodístico y musical. Es decir, yo solamente era un viejo escuchador y espectador anónimo. Bueno, terminé siendo gran amigo de muchos músicos impresionantes, de mis viejos ídolos. Fijate que llegué a hacer la producción artística de parte del video ‘Candombe Total’ de José Luis Pérez, uno de los mejores bateristas del mundo. Otra sorpresa me ocurrió con Dino. Cuando estaba a punto de entrevistarlo -antes que Dino reapareciera en la escena- todos me decían que estaba “encerrado” en Dolores y que “no quería saber de nada”. Sin embargo, cuando lo llamó Alicia, mi esposa, el Dino dijo: “Vengan este fin de semana con las chiquilinas y todo”. Y allá estaban Dino y Margarita esperándonos con una raviolada casera y varios vinos. Como si nos conociéramos de toda la vida. No nos dejaban volver a Montevideo. En el otro extremo, la gran sorpresa me la dio la actitud de Rada. Para mi el Negro es un troesma; nací y moriré escuchando sus creaciones, su humor y escuchándolo cantar. Pero parece que su productora lo desalentó y Rada no colaboró con el proyecto. Estoy seguro que se trata de algo circunstancial y ya voy a tener oportunidad de conocerlo personalmente.
Rada, como los Fatto y el propio Mateo, han visto reconocida su trayectoria por el público y la crítica, pero hay otros que están olvidados, como es el caso de Esteban Hirschfeld, por ejemplo, quien ha realizado una importante carrera en España en Gabinete Caligari. ¿Cuál es el valor de Esteban en esa primera época beat?
Esteban fue una pieza fundamental tanto en Mockers como en Los Delfines. Pero luego de la resonancia y bienvenida que ha tenido el libro en Argentina, me sorprende la admiración y respeto que tienen los coleccionistas, historiadores y músicos del rock argentino por Jorge Polo Pereira (primera voz de Los Mockers). Las decenas de mails que me están llegando insisten en su talento, su buena onda y en la huella que dejó.

ANDANZAS DE MUCHACHO
¿Cómo viviste esa época?
Yo era muy chico en la época del beat uruguayo del ‘60. Es en 1970, con 12 años, que me meto en el tema. Y ya al año siguiente, con 13 años, no me perdía ningún recital. Un poco después recorrí muchos bailes en los que me dedicaba esencialmente a mirar bien cerquita a las bandas tocando. Con la energía propia de los 14 años, me convertí en un fanático seguidor, hincha a muerte y hasta militante de ese movimiento de rock uruguayo de la primera mitad de la década del setenta, tema central del segundo tomo de De las cuevas al Solís. Lo anterior no lo viví en su momento, y es por eso que tuve mucho cuidado en la investigación de esa época.
¿Qué momento te gustaría volver a vivir? Y también, ¿cuál recital te gustaría ver de vuelta?
Me gustaría volver a vivir el día en que mi estupidez llegó a su máxima expresión, día en que borré las cintas en donde había grabado varios recitales de aquella época. Volvería y me daría un palo en la cabeza. Con respecto a recitales, sin lugar a dudas, algún concierto del primer Días de Blues. El que hicieron en el mítico Cine Novelty de Pocitos o el del 20 de diciembre del 72 en el Solís. Lo que ha quedado grabado no tiene casi nada que ver con la imponente actuación que hacían en vivo. Lamentablemente, no ha quedado nada registrado en vivo del trío Barral, Bertolone, Graf.
¿Cómo definirías desde tu perspectiva actual aquellos años?
Es un tema muy complejo que implica tener en cuenta aspectos históricos, sociológicos, políticos. En fin, ¿cómo sintetizar en pocas líneas lo ocurrido entre 1962 y 1972? Yo los definiría como los años de la ilusión (¿esperanza?). Los jóvenes realmente pensaban que podían cambiar el mundo.

ESPEJOS DE UTOPÍAS ROCKERAS
Y más allá de la nostalgia personal y la efervescencia que sin duda se vivió en ese tiempo, ¿qué diferencia encontrás entre las manifestaciones juveniles de los 60 con las de esta época?
Aclaremos que existe una brutal diferencia en lo que hace a las posibilidades que brinda la tecnología actual. Pero yo creo que la gran diferencia, esencial y única diferencia, como manifestación, es que lo que ocurrió en los 60 sucedía por primera vez en la historia de la humanidad o, por lo menos, en los últimos siglos. En la década del 40 se pasaba de ser niño a ser hombre, de ser niña a ser mujer, vestimenta incluida. No existía una cultura propiamente juvenil. Sobre finales del 50 y en los 60 reventó todo, y la música de rock tuvo mucho que ver con ese cambio. Además, la evolución fue increíblemente acelerada. Alcanza con comparar la estética de un joven rockero en 1964 con la misma persona en 1970. Luego de 30 años no encontramos un cambio tan rotundo. Si te muestro las fotos de dos muchachos rockeros de 16 años, una de un joven de 1970 y otra de un joven de 2003, no vas a poder discernir claramente de qué época es cada uno; salvo por algunos colgantes o tatuajes en el caso del 2003, o por el uso de alpargatas o championes Funsa en el del 70. ¡Qué distinto era un niño de 16 años en 1955! Y con las muchachas menos que menos. Puede parecer una reflexión menor, pero yo creo que es la clave del asunto. La rebeldía, rebelión, revolución contra la sociedad adulta establecida es esencialmente la misma; la única y gran diferencia de índole social entre los jóvenes rockeros del 70 y del 2003 es que para los primeros todo aquello sucedía por primera vez.
¿Y estrictamente en lo musical? Porque personalmente pienso que hoy se trabaja menos con melodías, y se extrañan de alguna forma las canciones de Delfines, Dino, El Kinto, y Killers, por poner ejemplos diferentes.
Después de 20 años (digamos 62 al 82), de hallazgos estéticos, es difícil hacer algo original y realmente creativo. Muy difícil. Pero igual siguieron cosas muy buenas. Y en nuestro país también las hubo y las hay. Lo que ocurre es que hoy está todo compartimentado. Antes de la dictadura se llenaba un teatro para ver a Psiglo, Mateo, Opus Alfa, Sindykato y Darnauchans, todos juntos. ¿Es posible hoy algo así? Dejando de lado melodías, creación de canciones y composiciones, no puedo dejar de mencionar que también hay una diferencia desde el punto de vista musical. Aquellos muchachitos rockeros protagonistas del 60, son hoy (desde hace dos décadas), profesores de todos los que andan en la vuelta y grandes músicos de sesión que pueden tocar cualquier estilo con cualquiera en cualquier parte del mundo. Y lo han hecho. Pero, ¿hay algún integrante de Estómagos, Zero, Los Tontos o Los Traidores que se atreva a tocar con Hendrix o John Coltrane si estos resucitaran? ¿O con Chico Buarque? ¿O con Sting? ¿O con Spinetta? No es que esté bien o que esté mal, es la realidad. Los chiquilines que vinieron después, por suerte, se pusieron a estudiar y hoy hay grandes intérpretes. Las distintas vertientes del rock uruguayo actual me “llegan” mucho más que aquellos posdictadura.
¿Te animarías a realizar el libro de la posdictadura?
Yo hice el recorrido casi inevitable, para muchos de los que teníamos 15 años en 1973: Beatles, Rolling, Santana, la sicodelia, el blues rock, el rock uruguayo y argentino, el rock sinfónico, el jazz rock, para luego escudriñar las raíces del blues negro y a Coltrane y Miles Davis. El movimiento posdictadura careció de blues, de jazz, de rhythm & blues, de fusión con el candombe y otros ritmos. Desesperado por un fraseo de viola que nunca llegó, nunca me interesaron. A pesar de mis esfuerzos por plegarme a la movida, no me entusiasmaron. Está todo bien con ellos, con ese movimiento importantísimo, eso tenía que suceder y ¡bien ahí! Pero lo que se suele llamar el rock “posdictadura”, o sea del 90 para atrás, es el más nostalgioso, irracional, sensiblero y menos musical de todos. Meterme en esa etapa, no. Esto hay que hacerlo con amor y garra, poniendo mucho laburo y tiempo. Así que lo dejo para otros.
¿Cuáles bandas del rock uruguayo actual te interesan?
De hecho escucho de todo. Mientras estoy trabajando en mi escritorio puede salir una ensalada estilo Discodromo, es decir: Piazzolla, Led Zeppelin, Snake, Pablo Traberzo Blues, John Mayall, Sublime, Beatles, Morphine, La Banda de la Luna Azul, Coltrane, Spinetta, Rada, El Fuerte Punto Baz, el trío Ritual con José Luis Pérez, Freddy Ramos y Eduardo Márquez. Por poner un ejemplo entre miles. No tengo un seguimiento especial por lo que surge en este momento. Por falta de tiempo y porque me queda muchísima música por escuchar y disfrutar de los últimos 40 años.
¿Pensás que hay un puente que armar entre las dos generaciones, entre los pioneros y los posdictadura?
Creo que no. La dictadura provocó un quiebre brutal en ese sentido, como en tantos otros. Pero es tan solo mi percepción. Es probable que alguno de los lectores de los dos tomos de De las cuevas al Solís encuentre el puente perdido.

* entrevista de Gabriel Peveroni publicada en semanario Máscaras

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