Friday, May 13, 2005

La novela de la crisis
El exilio según Nicolás, del novelista Gabriel Peveroni, aparece como un testimonio generacional en el que convergen varias instancias de nuestra historia y literatura reciente. A la vez que remite a una angustia existencial como la que en su momento expresó la novela El pozo de Juan Carlos Onetti, pinta el mundo posmoderno de comienzos de siglo veintiuno (dominado por la informática, la TV cable y el rock) y ofrece el primer testimonio literario sobre la crisis del año 2002, que sin duda alumbró un nuevo Uruguay.
El escenario es Montevideo, “la ciudad de los feos”. El protagonista, Nicolás, sobrelleva un evidente desencuentro con el entorno. Cuando no soporta más la realidad, resuelve un ardid extremo: encerrarse en su casa comunicando a todos sus conocidos que se fue a Miami, siguiendo el camino de tantos miles de uruguayos jóvenes. Decidido, rompe con todos los vínculos. Abandona su empleo (como evidentemente ha roto con una familia a la apenas nombra), a su pareja Eva y decide construir su nueva vida utilizando el instrumento de nuestra época. A través de Internet crea un juego virtual al que llama “Vidas Cruzadas”, una suerte de “reality show virtual”, al que acuden varios convocados. El juego comienza con su carga de sugestión, pero a medida que avanza se transforma previsiblemente en un juego de espejos. Puede tratarse de una sola personalidad desdoblada (como en la película Identidad) o de un contrapunto con una persona que empieza a ser todos los seres queridos del protagonista, como en La Tercera Expedición de Bradbury o Solaris de Tarkowski.
Mientras tanto, se declara una peste que proviene del norte y que pronto se transforma en una catástrofe nacional, que aísla aún más al protagonista. Mientras la peste avanza y destruye la convivencia, el juego se torna más cerrado en sí mismo y –al conocerse la posibilidad de crímenes entre jugadores- adopta por momentos el tono de un thriller sicológico cibernético. El mal avanza y Montevideo se transforma en una ciudad sitiada. El texto contiene muy logradas escenas del pánico creciente. “Aquello no podía ser considerado como un estallido social. En primer lugar, porque se trató de algo un tanto más sórdido, silencioso, como una fiebre que fue envolviéndolo todo lentamente, cambiando apenas día a día, imperceptiblemente. Nadie avisó a nadie. Nadie gritó fuerte. Nadie se instaló contra ningún poder establecido”.
Mientras los jugadores de “Vidas Cruzadas” se pierden en sus laberintos, el país entra en alerta sanitaria ante una plaga que no se sabe lo que es y que recuerda vagamente a La Niebla de Stephen King o a la tormenta de nieve asesina de Oesterheld. El fin de la peste (en la que puede leerse una alegoría del fin de la crisis del 2002, a fines del 2003), describe la vuelta lenta a las rutinas en un reencuentro aparentemente sin preguntas, confirmando que Uruguay es la “sociedad amortiguadora” que pintó Carlos Real de Azúa. Los cuatro amigos del comienzo se encontrarán en la Montevideo ruinosa y recomenzarán sus vidas habituales. “Pero ya nada será igual”.
El exilio de Nicolás es testimonio de una generación fácilmente reconocible. Quienes tienen hoy entre treinta y cuarenta años, no vivieron la predictadura, sino que observaron más bien de lejos la salida y recibieron directamente el impacto de los veinte años de restauración democrática que acaba de asistir al triunfo de la izquierda. Abominan de la política y razonablemente tratan de recuperar espacios como la música y otras formas artísticas. “Este país se fue al carajo, al cuarto mundo. No quiero estar en una ciudad que se cae a pedazos, con gente fea por todas partes, con tipos frustrados y vencidos, con viejos amigos que se destruyen de a poco”. Es un libro en el que se reconocerán muchos, pero que sobre todo debe ser leído por quienes no pertenecen a esta generación que siente estar condenada como las anteriores.

* Carlos Luppi
(publicado en la edición del viernes 10 de junio de 2005 en revista CarasyCaretas)

1 Comments:

At 12:55 PM, Blogger Unknown said...

felicitaciones a carlos de ani de buenos aires, a quien quisiera contactar
atte
amm

 

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